Las reivindicaciones por el Día Internacional del Trabajo han de contar este año con más respaldo y unión que nunca.
La cooperación real y efectiva de todos los agentes implicados será imprescindible para hacer frente a las graves consecuencias de esta crisis, que destruirá millones de empleo en todo el mundo.
Los últimos datos publicados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) indican que el pasado mes de marzo incrementó el paro en España llegando a un total de 3,5 millones de personas en situación de desempleo. Durante las próximas horas conoceremos el balance del mes de abril, que se prevé peor aún.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) habla directamente de efectos devastadores. En su último informe avanza que en el segundo trimestre de 2020 habrá una reducción del empleo de un 6,7%, el equivalente a 195 millones de trabajadores a tiempo completo.
Los sectores que sufrirán peores consecuencias, con una caída drástica de la producción e incremento del paro, serán el turismo, las industrias manufactureras y las actividades comerciales.
“Estos sectores son intensivos en mano de obra y emplean a millones de trabajadores, a menudo mal pagados y poco calificados. El riesgo económico se hará sentir con especial intensidad entre los trabajadores de estos sectores”, agrega el estudio de la OIT.
Precisamente estos sectores emplean a mujeres y jóvenes, que serán dos de los colectivos más castigados por el desempleo post-Covid19. Así lo refleja también un reciente artículo de la Universidad Complutense de Madrid, que indica que la destrucción de empleo se va a concentrar, como en la última crisis, en los trabajadores con contratos temporales y mayor precariedad.
“La elevada volatilidad que caracteriza el mercado de trabajo español se explica por el excesivo peso de los contratos de duración determinada. Esta temporalidad afecta a las mujeres y a la población más joven, especialmente la de menos de 30 años, donde el 55,4% de los trabajadores tienen un contrato temporal”.
La salida a esta crisis exige unión, colaboración y solidaridad entre todos los agentes implicados: administraciones públicas, servicios públicos de empleo, confederaciones empresariales, agentes sociales y sindicados, trabajadores y organizaciones profesionales.
Es momento de sumar fuerzas y de remar en una misma dirección para poder avanzar en un plan de choque coordinado, que incluya nuevas medidas de reactivación de la econnomía y de mayor empleabilidad para los colectivos más castigados por el paro; ayudas para la formación y la innovación tecnológica; para la reconversión comercial e industrial; planes para la reinvención profesional y para la adaptación progresiva y continua a un mercado laboral que, ahora más que nunca, presenta pocas certezas y muchos interrogantes.
El Tercer Sector ha de jugar un papel clave en la salida de esta crisis, liderando la innovación en la colaboración público-privada, en la fórmula que ha permitido en tantas ocasiones sumar esfuerzos para lograr medidas innovadoras, eficaces y eficientes. Medidas que tendrán que poner especial foco de atención en aquellos colectivos más vulnerables y más castigados, para que esta crisis no siga incrementando sus desigualdades.