Un 70,1% de las personas que dejan de trabajar por atender a familiares son mujeres. Estas responsabilidades o cargas familiares hacen que 7 de cada 10 no busquen trabajo a diario.
La maternidad y los cuidados de personas familiares, mayores o dependientes son elementos cruciales para entender cómo se cronifica el desempleo de larga duración entre las mujeres
Empresas, organismos públicos y entidades sociales han de trabajar de manera conjunta para impulsar medidas de conciliación y corresponsabilidad que permitan acceder a la mujer al mercado laboral
La flexibilidad temporal y especial; el establecimiento de jornadas continuas; la adecuación de espacios en los centros de trabajo para la lactancia y guarderías, son algunas de las medidas que ayudan a atajar la situación
Según apunta la antropóloga Dolors Comas, cuidar se trata de una necesidad imprescindible para el desarrollo de la sociedad, ya que en algún momento de la vida todos los seres humanos requerimos de cuidados en mayor o menor medida. Sin embargo, este tipo de trabajo poco valorado e invisibilizado ha sido tradicionalmente relegado al ámbito privado y esencialmente protagonizado por las mujeres.
El hecho de que las mujeres continúen siendo, en numerosas ocasiones, las principales responsables de los cuidados, supone una serie de consecuencias desigualitarias en el mercado laboral. Según un informe del INE, un 70,1% de las personas que han dejado su empleo para cuidar a familiares dependientes son mujeres. Asimismo, según señala una encuesta realizada por la Asociación Yo No Renuncio (2020), un 75% de las mujeres consideran que su carrera profesional se ha visto afectada al ser madre.
Las dificultades para conciliar y la discriminación laboral que a día de hoy continúan sufriendo muchas mujeres por situaciones de embarazo o por tener descendientes a cargo, siguen afectando a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Tampoco podemos olvidar los cuidados “informales” a las personas mayores, los cuales se encuentran aún más feminizados e invisibilizados.
Además, en el caso de las mujeres que se alejan del mercado laboral encontramos asiduamente una cronificación del desempleo, que dificulta la vuelta al trabajo productivo y muestra un perfil profesional depreciado a ojos de los agentes empleadores. Prueba de ello, son los datos que obtuvimos en el marco del proyecto “Laboratorio de Empleabilidad” (FSMR, 2019), donde pudimos corroborar que la tasa de salida al empleo, es decir, la probabilidad de insertarse laboralmente, se reducía notablemente en el caso de las mujeres a partir de los 30 años, ocurriendo de forma inversa en el caso de los hombres.
Tras la experiencia del laboratorio y como nueva medida para reforzar nuestro compromiso con el empleo de las mujeres, en 2021pusimos en macha “Entrena Empleo”, un nuevo proyecto para mejorar la empleabilidad y la inserción laboral de mujeres en desempleo de larga duración y desconectadas del mercado laboral tras dedicarse a la maternidad o al cuidado de personas familiares.
Del estudio se desprende que un 60,9% de las mujeres encuestadas invierte más de cinco horas al día al cuidado de menores o personas mayores a su cargo; y que estas responsabilidades o cargas familiares hacen que 7 de cada 10 no busquen trabajo a diario.
Un 71,6% de las encuestadas considera que haberse encargado de los cuidados de personas a su cargo les ha proporcionado nuevos conocimientos y habilidades. Sin embargo, ante la pregunta si dichos aprendizajes les podrían ser útiles y sabrían cómo utilizarlos para encontrar empleo, la proporción desciende a un 48,5%.
Asimismo, la investigación revaló que siguen presentes determinadas creencias en el imaginario social que legitiman la diferenciación de tareas sexuadas, ya que en muchos contextos se considera que son las mujeres quienes más cualidades tienen para realizar los trabajos de cuidados. Estos roles y tareas distintas también promueven una determinada identidad, que puede acarrear sentimientos de culpabilidad por no poder llegar a todas las responsabilidades esperadas.
Como vemos son muchas las consecuencias, no solo económicas, que articulan esta problemática y no existe una única solución para combatirla. La corresponsabilidad en ámbito privado es uno de los retos pendientes tal y como muestran los resultados de esta última investigación que señalábamos: tan solo un 15,5% de las participantes indica que las necesidades de cuidados se reparten de manera equitativa en su hogar.
No obstante, apuntar a esta falta de equidad no es del todo suficiente, ya que resulta crucial contemplar un concepto de corresponsabilidad que desborde la esfera privada incluyendo a otros actores como el tejido empresarial, el Estado, las organizaciones no gubernamentales, etc. (Mares, 2019).
Aún queda mucho camino por recorrer para que esta perspectiva se integre en nuestra sociedad, pero ya son muchas las empresas que han comenzado a implementar medidas de corresponsabilidad para facilitar la conciliación laboral y familiar. Entre ellas podemos destacar: la flexibilidad temporal y espacial, el establecimiento de jornadas continuas, dotar de espacios para lactancia y guardería en los centros de trabajo, así como los permisos para atender imprevistos por enfermedad, acudir al médico, tutorías, etc. (Save the Children, 2013).
Estas iniciativas además de ayudar a las familias a compaginar cuidados y empleo, permiten cubrir los puestos no solo en función de la disponibilidad horaria de las personas, sino por la idoneidad de las/os candidatas/os a los perfiles demandados, también retienen el talento y pueden contribuir a mejorar el clima laboral.
En este punto debemos recordar que la mayoría del tejido empresarial en España está conformado por pymes. Esto implica que al contrario de lo que sucede en empresas de mayor envergadura, los recursos para las organizaciones más pequeñas suelen ser muy limitados.
Aparece por tanto la necesidad de que desde las administraciones públicas se apoye más a las empresas para este cometido, y que se promueva una mayor formación tanto de las acciones que podrían realizarse sin grandes costes económicos, como de los beneficios que este tipo de medidas pueden aportar a las empresas.
En definitiva, para que exista igualdad de género en las oportunidades laborales, es indispensable que desde las entidades del tercer sector se fomente la sensibilización y formación sobre la problemática. Pero también, es necesario que mejore la corresponsabilidad en el hogar, aumenten los servicios gratuitos para el cuidado y las empresas apuesten por medidas de conciliación familiar con perspectiva de género. Todos y todas dependemos de los cuidados.